Autismo: La Importancia de detección temprana



Alrededor de un 17% de niños antes de los 18 años son afectados por alguna incapacidad de desarrollo, de comportamiento o de aprendizaje. * De acuerdo al Center for Disease Control (CDC), la incidencia en el espectro de desórdenes de autismo es, ahora mismo, tan alta como 1 de cada 110 niños. Esto representa una alza de 600% en los últimos 20 años. 

El autismo es el desorden de desarrollo de más crecimiento en los Estados Unidos.  Con la intervención apropiada, un niño puede superar una gama amplia de incapacidades del desarrollo, comportamiento y aprendizaje. El impacto de la intervención, mientras mas temprana mejor, es invaluable para la calidad de vida de ese niño. 

El truco está en la detección temprana, sin embargo este paso usualmente es el más complejo y difícil de todos. A muchos padres se les hace muy difícil aceptar y/o manejar el diagnóstico de Autismo en sus hij@s. Es muy normal que se asusten, se preocupen y se sientan con estrés con la situación. Muchos padres erróneamente se echan la culpa de que su hij@ no sea “normal” y lo ven como el fin del mundo. Sin embargo, esto no es así. Ahora se han desarrollado muchas soluciones y ayudas para estos niños y existe más apoyo para los padres y familiares.

Aunque algunos pediatras pueden detectar los síntomas de autismo en los bebés y niños, el observador crucial en la detección temprana es el padre o madre y quien cuide al niño por largos periodos de tiempo. La edad más crucial del desarrollo de los niños es de los 0 a 3 años. En ese periodo de tiempo se puede identificar si hay algún atraso en el desarrollo del niño y si su comportamiento es o no “normal”. 
Los síntomas de autismo pueden ser desde severos hasta leves y se pueden dar dentro de un espectro de síntomas del desarrollo.  (Autismo, Asperger’s, PDD)

Los síntomas comunes son:

  • Dificultad en juntarse con otros niños.
  • Insistencia en realizar todas las actividades idénticas, resistencia a cambios de rutina.
  • Risa y sonrisa inapropiadas o extrañas.
  • Ningún temor real a los peligros.
  • Poco o ningún contacto visual.
  • Insensibilidad a los métodos normales de enseñanza.
  • Juegos raros ininterrumpidos.
  • Aparente insensibilidad al dolor.
  • Ecolalia (repetición de palabras y frases en vez de un lenguaje normal).
  • Preferencia por estar solo, ser reservado.
  • Rechazo a abrazos de cariño o, por el contrario, búsqueda de cariño.
  • Hacer girar los objetos.
  • Demasiada o poca actividad física que se manifiesta en lo extremo.
  • Rabietas; exhibe angustia sin ninguna razón aparente.
  • No responder a indicaciones verbales; actuar como si fuera sordo.
  • Apego excesivo a objetos.
  • Habilidades motoras y actividades motoras finas desiguales.
  • Dificultad en expresar sus necesidades; emplean gestos o señalan a los objetos en vez de usar palabras.

Los padres pueden sentir si hay algo “raro” con el comportamiento de su hij@. Esto no debe ser causa de vergüenza ni coraje. Tampoco debe ser ignorado. La participación activa de los padres en el proceso de terapia del hij@ hace que la terapia sea efectiva y que el niño pueda disfrutar de una mejor calidad de vida.

Recuerde que todos los niños son únicos y especiales de por sí. Algunos necesitan un poco más de ayuda durante su desarrollo que otros, y esto no tiene nada de malo.


Referencias:
Boyle CA, Decoufle P, and Yeargin-Allsopp M., (1994). Prevalence and health impact of developmental disabilities in US children. Pediatrics. 9, 399-403.


Developmental Disabilities Branch, Centers for Disease Control and Prevention, Atlanta, GA
Prevalence of Autism Spectrum Disorders-Autism and Developmental Disabilities Monitoring Network, United States, 2006. Morbidity and Mortality Weekly Report. December 18, 2009; 58 (SS-10). National Center on Birth Defects and Developmental Disabilities, CDC.


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